martes, 8 de junio de 2010

Capítulo 8: La noche encierra peligros...

Nos fuimos apelotonando en la improvisada tienda de campaña que habían organizado Ariadna, Esther y Núria con unas telas y cuatro cañas. Probablemente, en el programa Supervivientes las hubieran expulsado por semejante atrocidad. Pero la bondad de los hombres no conoce fronteras cuando se trata de dormir acurrucado a mujeres semidesnudas, así que perdonamos aquél acto de vandalismo arquitectónico.

Debo confesar que me costó conciliar el sueño. Echaba de menos a un tío como Toni, una persona tan tierna que me hubiera ido de perlas como almohada. Pero no era el momento adecuado para salir y reclamar su cadáver porque Antonia siempre ha sido muy de Santa Rita. Empecé a contar ovejas pero cuando llevaba quinientas, una se rompió el fémur saltando la jodida verja y los gritos que lanzaba eran espeluznantes. Intenté entonces contar tomates verdes fritos y la cosa funcionó mejor. Al llegar a dos mil setecientos trece mi cerebro era ya un montón de ketchup adormecido.

Un alarido demencial hizo que todos diéramos el mayor respingo humano jamás mesurado por un sismógrafo. Damià me devolvió amablemente el corazón que me había salido por la boca. Tenía varias uñas clavadas en mi espalda y hombros. Los dientes de alguien castañeaban a ritmo de hip-hop. Estábamos aún aterrados cuando un segundo grito destruyó totalmente la paz mundial.

- ¡Suputamadre! - exclamó Hugo.
- No parece que eso sea la reencarnación de nuestra planta, vida – le corrigió puntillosa, Esther.
- ¿Qué demonios ha sido eso? - preguntó Núria asustada.
- Parece como si una vaca y un tiranosaurio tuvieran sexo, ¿eh? - apuntó Hugo para tranquilizarnos un poco.
- Sea lo que sea, espero que no tenga mucha hambre – aportó Damià con humor.
- ¡Cázalo! ¡Cázalo, Hugo! ¡Hazlo por mí! - ordenó Esther bordeando la locura.
- Venga. Qué cojones... Hugo, Damià... vayamos a ver que sucede – dije en un acto entre marine machote y gilipollas suicida. Vosotras quedaros y arreglad está pesadilla de campamento – concluí en una frase que me hubiera costado una lapidación de haber tenido a la Liga Feminista más cerca.
- Para que esto quede bien nos irían bien unas vigas maestras – reclamó Ariadna para sorpresa de todos.
- Perfecto. Tengo un plan. Primero averiguamos quién demonios está siendo sodomizado por King Kong y, si lo que descubrimos no nos come antes, os traemos unas palmeras y montamos una réplica de La Pedrera – sentenció Hugo.

Salimos con la cabeza bien alta hacia nuestro inesperado y probablemente doloroso destino. Hubiera matado por la banda sonora de Matrix. Los demás improvisados campamentos también estaban en alerta. Una veintena de hogueras daban fe que el hombre puede dominar el fuego si se tiene un Zippo con suficiente gas. Paseando por entre la gente, pude ver miedo en los ojos de Keli, a la que saludé con un gesto casi militar para introducirme en mi papel; sueño en los ojos de Joana, que me mostró su anillo de la suerte ya encontrado; o arena en los de Vero, por culpa del andar patoso de nuestro intrépido grupo. Vero nos regaló algunas muecas graciosas y varios insultos amistosos. Llegamos hasta la zona liderada por Isra y Kevin, que se habían armado unas espátulas. Traté de dibujar en la arena un plan de reconocimiento de la zona, pero un tercer rugido, está vez muy cercano, hizo que se me rompiera la rama...

1 comentario:

  1. Cada vez me tiene más enganchado. ¿A qué esperas para subir el 9?

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